―¡Así me siento yo! ―Confesó Joshua―, se me metió no solo en el corazón, sino en la mente, en el cuerpo, la sangre, en los pensamientos, en todo, amigo ―afirmó emocionado, mirándole porque a pesar de la sangre que perdió, aún conserva sonrojada sus mejillas.
―¿Sabes cómo se llama eso? ―preguntó...