-Mamá, papá, ¿podemos hablar? -preguntó Oliver apenas entró a la mansión Ford.
Sus ojos estaban rojos y su pecho agitado, su corazón latía con fuerza contra su caja torácica.
-Hola a ti también, hermano -dijo Zara y puso los ojos en blanco-. ¿Por qué parece que acabas de perder tu juguete favorito?
-Zara......