Eloisa
El pitido de la máquina en mis oídos me sacó de la oscuridad. Mis ojos se abrieron lentamente. Me tomó un momento ajustar la vista a la habitación en la que me encontraba, aunque todo seguía borroso. Fruncí el ceño por el dolor punzante en mi cabeza.
—¡Estás despierta! —exclamó Tere...