Corrí hacia el ala este de la mansión, donde Catalina se estaba quedando. Empujé la puerta de su suite y me dirigí directamente al dormitorio.
—Catalina —llamé con urgencia.
Entré sin tocar. Catalina estaba sentada en el suelo, con la espalda recargada contra la ventana de cristal. Lloraba. Corrí hacia ella y...