—¿Hay algún problema si creo en las almas gemelas?
Evira se rió. —Bueno, claro. Tienes una forma curiosa de demostrarlo: acostándote con todas las chicas del pueblo y teniendo aventuras de una noche todo el tiempo.
Humberto me apretó la mano y yo inhalé bruscamente al sentir el dolor que subió por...