Antúnez y Amolo estaban inmersos en su trabajo. Antúnez horneaba pasteles, mientras Amolo cubría las reposterías con glaseado. Se veían increíblemente bien. Las reposterías, me refiero.
Antúnez levantó la vista y me dedicó una cálida sonrisa.
—Hola, Zenaida. ¿Cómo estuvo tu primera semana de clases?
—Cansada. Y llena de drama.
Ella se rió.
—Así es...