—Ella dice que es mío, pero no lo creo.
***
En un instante, Humberto estaba frente a mí y yo lo miraba, perdida en sus ojos verdes. Esos ojos, atormentados, recorrían mi rostro varias veces.
Apretaba el edredón contra mi pecho, consciente de la proximidad entre nuestros cuerpos y de la forma tóxica...