—Como la vez en que me dejaste por la mañana, después de haber tenido sexo conmigo. Podrías haber dicho adiós, ¿sabes? —Evira puchereó.
No podía creerlo. Realmente no podía. Mi hermana estaba emparejada con un hombre lobo y había sido marcada. Quizás, si repetía esta frase en mi cabeza unas cuantas...