—“¿Aceptas, Zenaida Sofía Ayo, mis disculpas y me aceptas, Humberto Daniel Campa, como tu compañero?”—
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Coloqué mis manos en las de Humberto. Sus grandes manos envolvieron mis pequeñas, y me sentí diminuta en comparación con él.
De repente, me invadió la timidez. Lo que estábamos haciendo sellaría mi destino como la pareja...